Os pongo aquí unos fragmentos de un libro de Michel Onfray, que creo que es muy cierto y os puede dar ánimos para afrontar por primera vez la asignatura de filosofía.
"Se os ha prevenido contra la asignatura (filosofía): no sirve para nada,
no se entiende lo que cuenta el que la enseña, acumula preguntas sin dar nunca
respuestas, a menudo se reduce a la copia de un curso dictado y a los dolores
de muñeca asociados, etc. No os equivocáis del todo, a menudo ese es el caso.
Pero tampoco tenéis razón completamente, pues no siempre es verdad...
Tenéis razón: francamente la filosofía puede fastidiar a su público...
En primer lugar, cuando hace uso, pero sobre todo, cuando abusa de términos
complicados: ataraxia, fenomenología, noúmenos, eidética, y otros términos
imposibles de pronunciar, memorizar o utilizar. Después, cuando se entusiasma
por cuestiones que parecen carentes de interés o ridículas: ¿por qué hay algo
más bien que nada?
(...)
Pero también puede que no tengáis razón completamente: la filosofía
puede practicarse con auténtico placer. Ante todo, precisemos que el
vocabulario técnico o especializado puede ser necesario. Se le concede sin
problemas al médico o al mecánico que pueden hablar, el uno de una arteriola,
el otro de un balancín, sin suscitar el reproche: en ocasiones el empleo de
vocabulario especializado puede revelarse indispensable.
(...)
En cuanto a las cuestiones aparentemente extravagantes, podéis tener
razón: algunas solo provienen de personas que se especializan excesivamente en
la disciplina. A vosotros no os acecha ese peligro... Dejádselo a los
verdaderos aficionados. ¿Y por qué no vosotros, cuando tengáis varios años de
filosofía a vuestras espaldas? Sea como fuere, la filosofía no se reduce solo a
la práctica de debates especializados. Comenzad por intentar resolver las
cuestiones que os planteáis en vuestra vida cotidiana, la filosofía está para
eso. El curso de filosofía puede y debe contribuir a ello.
Por último, efectivamente podéis sentir, en un momento dado de vuestro
bachillerato, que os derrumbáis bajo el peso de las cuestiones y que,
comparadas, las respuestas parecen menos evidentes, menos fáciles. Tendréis motivo:
a lo largo del curso se da un periodo en el que muchas ideas comunes que
provienen de vuestros padres, de vuestro medio, de vuestra época se desmoronan
y dan paso a un desierto angustioso. No dejéis por eso de recorrer vuestro
camino filosófico. Al contrario. Solo si perseveráis podréis superar ese estado
de inquietud hasta comenzar a experimentar un auténtico placer en resolver
problemas filosóficos personales y, posteriormente, generales.
(...)
La filosofía tiene tras sí casi treinta siglos de pensamiento y
pensadores (…). Esos sistemas de pensamiento, esas ideas, esos hombres proponen
suficientes preguntas y respuestas como para que saquéis provecho de un libro,
un texto, de unas páginas o una figura cimera de ese universo singular.
En los programas oficiales se transmiten valores seguros, clásicos. La
mayoría de las veces alteran poco el orden social, moral y espiritual, cuando
no lo fortalecen claramente. Pero también existen, y en cantidad muy
considerable, filósofos marginales, subversivos, raros, que saben vivir,
reír, comer y beber, a los que les gusta el amor, la amistad, la vida en todas
sus formas (…). No imaginéis, porque se os presenten prioritariamente
pensadores poco excitantes -o porque el profesor que os los transmita tampoco
parezca excitante-, que toda la filosofía se reduce a siniestros personajes o
tristes individuos tanto más dotados para pensar como para ser torpes en la
vida y desfasados en la existencia. La filosofía es un continente lleno de
gente, de personas, de ideas, de pensamientos contradictorios, diversos, útiles
para el éxito de vuestra existencia, a fin de que podáis regocijaros
continuamente en vuestra vida y construirla día tras día. A vuestro profesor le
corresponde proporcionaros el mapa y la brújula, a vosotros trazar vuestro
camino en esta geografía farragosa, pero apasionante. Buen viaje..."
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